11 de julio de 2005

Apuntes sobre El Bosque de Shyamalan



Después de cuatro obras muy expuestas a las miradas de crítica y público (sus primeros trabajos parece que han desaparecido enterrados por el éxito posterior) M. Night Shyamalan es un director bien conocido por una audiencia mayoritaria que, aunque no sepa su nombre, sabe que va a ver una película misteriosa con sorpresa final cuando oye aquello de ‘del director de El Sexto Sentido’.

Shyamalan juega con estas expectativas en El Bosque, pero la ya tradicional sorpresa es un mcguffin tan accesorio que es intuible pasada media hora de proyección. Desde El Sexto Sentido (ahí sí que no me esperaba el ‘shock’ final, que tiempos aquellos) muchos hemos aprendido, condicionadamente como perros de pavlov, a desconfiar de Shyamalan y sobre la verdadera dirección a donde nos llevan sus filmes. Inocencia perdida que se dice.

Pero el director no oculta tan intrincadamente la sorpresa en El Bosque, no le importa que se descubra antes porque la obra no gira entorno a ella; incluso va dejando pistas y evidencias continuamente. Uno tiene esa dispersa sensación de mentira, impostura; con esos trajes impolutos y esa manera de hablar. ¿En el siglo XIX se actuaba así, con un grado de superstición casi medieval? No es que sean Amish, son algo todavía más arcaico, anterior a la religión organizada incluso.



Al descubrirse la sorpresa, que no es final si no varios minutos anterior al Fin, es inevitable sentir una pequeña caída en la tensión del filme. El misterio sobre el bosque ha desaparecido y una vez que se rompe el hechizo sentimos un vacío. Cuando de niño te cuentan un cuento de terror sientes miedo pero también excitación. Cuando creces y rasgas el velo de la ignorancia, tienes más conocimiento del mundo pero has perdido algo de ese gusanillo evocador del misterio. Estas por encima de él. El plano posterior del encuentro de la ciega Ivy en la carretera, cuando volvemos al poblado, es concluyente. Vemos al consejo del pueblo desde arriba, con la cámara en un picado a la manera de Hitchcock y las gaviotas sobre Bodega Bay en Los Pájaros. Lo sabemos. Ese pueblo rodeado de un bosque es una impostura de cartón piedra.


A partir de ahí la película ya no es un cuento de niños sino que pasa a un nivel más adulto (aunque algunos desprecien su tono ‘twilight zone’ con mensaje moralizante). Con el misterio principal ya desvelado, esa prolongación es algo anticlimática, pero en ese momento es cuando descubrimos que el miedo no desaparece, que Ivy conserva los rasgos de su superstición incluso después de saber que es falsa. Y eso sucede porque la superstición forma parte de nuestro lado más primitivo y nunca llega a desaparecer, solo se sublima y se supera con la ayuda que te da el vivir en una sociedad abierta como la nuestra. Pero el problema es que hay fuerzas en la sociedad actual que no quieren que ésta sea tan abierta.

Walker, que es el nombre de la reserva, es el apellido de Ivy, y por tanto el de su padre, y por tanto el de su abuelo, que era multimillonario y al morir cedió todo el dinero a su hijo (William Hurt). Éste lo empleó para comprar esa reserva y asegurarse de que no sobrevolaran aviones en su espacio aéreo y que allí no entrara nadie, contratando para ello seguridad privada. El fin era poder vivir una utopía decimonónica libre de violencia, complicaciones e influencias exteriores (no es baladí el hecho de que todos los habitantes sean de una misma etnia). En definitiva, un ghetto de ricos para desentenderse del mundo.

Para el personaje interpretado por William Hurt lo importante es preservar la inocencia, lo demás es accesorio. Y después de todo, a William ‘Walker’ Hurt le sale la jugada bien al enviar a su hija ciega en una misión al exterior. Pero ¿Le mandó para contentarla o en realidad es tan cínico que la envía porque es ciega y el secreto puede mantenerse a salvo? A la preservación de la inocencia se une la seguridad. Y esa seguridad se mantiene con miedo. (Aún así la caja de los truenos se abre por los celos de un retrasado; después de unos 25 años de paz se termina por a resquebrajar la armonía).

El consejo de la aldea ha decidido vivir de ese modo cerrado y nosotros estamos capacitados, después de ver la película, de decidir si estamos o no de acuerdo con ellos, dado que Shyamalan no se posiciona activamente en su modo de dirigir. Un reaccionario verá bien lo que el consejo hace porque se preserva la inocencia y los niños crecen llenos de buenos sentimientos y autenticidad, sin cinismo y en un entorno seguro. En mi opinión el pueblo paga un precio demasiado alto por ello ya que mueren la inteligencia y la curiosidad y prevalece el miedo y la indolencia. Personalmente creo que ese pueblo es un infierno y que el consejo está errado en una forma de actuar déspota, que mantiene en la ignorancia a sus hijos en aras de una seguridad ilusoria que se basa en la represión.

Shyamalan simpatiza con los ideales de inocencia y conservadurismo que predica William Hurt pero también muestra las consecuencias verdaderamente aterradoras del despotismo de sus actos. Ofrece las dos caras de la moneda. Y a pesar de que M. Night Shyamalan es un declarado conservador creo que su película es un toque de atención al rumbo que está tomando su país bajo el Gobierno Bush. Su crítica a la política del miedo de George Walker Bush y sus halcones está ahí, y pienso que puesta conscientemente. Aún así Shyamalan es demasiado listo para que su obra se interprete de una forma unívoca y la película está abierta a una y mil lecturas sutilmente diferentes de acuerdo al subjetivismo de cada espectador.



Sobre el futuro de ese pueblo. Quiero creer que Ivy, una vez haya salvado a su amado, iniciará junto a él un cambio de actitud que acabará con la mentira del consejo (las luchas generacionales entre padres e hijos son muchas veces la chispa de las revoluciones). Ese es mi deseo y así veo esta película. Pero el caso es que el filme y su final están abiertos a múltiples interpretaciones, y algunas bastante desasosegantes.

8 de julio de 2005

Proyectos: ‘The Fountain’ de Aronofsky


Una de las películas más esperadas para este otoño 2005 es la nueva propuesta de Darren Aronofsky. Su título: The Fountain. La mera lectura de una breve sinopsis sobre el filme es suficiente para hacer crecer el interés sobre el proyecto: Imaginad una batalla entre los conquistadores españoles y los mayas frente a una pirámide en la selva mejicana en el siglo XVI, a esto sumadle una misteriosa misión espacial en el año 2500 y como colofón una tercera línea argumental en nuestros días. Una horquilla temporal de mil años con tres historias que se cruzan girando en torno a la búsqueda de la eternidad, el amor, la muerte y la espiritualidad. El propio Aronofsky la ha conceptualizado como “una película de ciencia ficción metafísica en la era Post-Matrix”. Con un guión tan ambicioso las expectativas no pueden menos que dispararse.

Después de dos filmes como Pi y Requiem por un sueño, Aronofsky se ha ganado un hueco entre la comunidad cinéfila como un cineasta a seguir muy de cerca. Para esta ocasión se ha rodeado de dos actores protagonistas como Hugh Jackman y Rachel Weisz, además de Ellen Burstyn (Nominada al Oscar por Requiem por un sueño).

La pareja protagonista interpreta a diferentes personajes en cada una de las tres líneas argumentales. Tomás Verde (Hugh Jackman) es un capitán que lleva a un grupo de conquistadores y sacerdotes españoles por tierras mayas (presumiblemente a la búsqueda de la Fuente de la Eterna Juventud, ¿Veremos a Ponce de León por ahí?). En el año 2500, un piloto espacial, pero representado igualmente por el mismo Hugh Jackman, viaja con una carga peligrosa por el espacio, al tiempo que sueña con selvas y amores perdidos. En el presente, Tommy Verde es un científico encargado de la lucha contra el cáncer que lucha por no perder a su amada.

Además de dirigir la película, Aronofsky escribió el guión, y al mismo tiempo ha adaptado éste a una novela gráfica, en lo que ha denominado un ‘Director’s cut’ en toda regla en formato comic. La banda sonora la compone Clint Mansell, que ha declarado inspirarse en el "A Space Oddity" de David Bowie, y puede que el mismo Bowie componga una canción para la ocasión.

Warner Bros tiene puestas muchas esperanzas en esta producción, aunque ha restringido su presupuesto, dado el tono adulto del filme y el hecho de que no lo protagonice una superestrella (Brad Pitt prefirió hacer Troya en 2002 y abandonó el proyecto). Desde la Warner ya insinúan que Darren Aronofsky es el nuevo Stanley Kubrick (mucho decir es esto) y The Fountain puede representar su 2001 particular. Palabras mayores. Es fácil que unas expectativas tan altas luego no sean colmadas una vez visto el resultado final. Aún así, espero impaciente.

4 de julio de 2005

Sospechosos habituales: El puzzle del archivillano




Sospechosos habituales es una de esas películas con sorpresa final, como El sexto sentido o El planeta de los simios, por lo que aviso de que es conveniente haber visto la película antes leer este artículo. El caso es que ese giro es muy disfrutable la primera vez que lo acabas de ver, pero el filme no aguantaría un segundo visionado, que lo aguanta, si su único mérito fuera esa pirueta argumental en el último momento donde se aclara la verdadera identidad del villano de la función.

Y es que el protagonista de Sospechosos habituales es un villano, un malo que se sale con la suya y vence a los buenos, riéndose de ellos en su cara. No es un villano cualquiera éste del que hablamos: un gangster, un mafioso, un padrino. Es algo más grande, algo que supera los estrechos márgenes del thriller negro policiaco en el que aparentemente se inscribe la película. Es un verdadero maestro del crimen que domina todos los aspectos en los que se mueve, alguien con tanto poder que hace derretirse de miedo a todo hampón que osa enfrentársele, un archivillano al nivel de Moriarty o Fu-Manchú. Su nombre: Keyser Soze.

Hasta bien entrada la película no oímos por primera vez este enigmático nombre, que sale de la boca de una asustado húngaro que está convaleciente de graves quemaduras en un hospital de Los Ángeles, después de ser uno de los dos únicos supervivientes en la explosión de un barco argentino en los muelles de San Pedro. Parece enrevesado, y lo es. Tantos elementos raros y aparentemente incompatibles confluyen en ese muelle que cuando escuchamos ese extraño nombre el misterio es total. El húngaro parece referirse más al hombre del saco que a una persona de carne y hueso cuando habla de él al policía local encargado de la investigación. Y es que los policías, en un principio, no toman en serio esta historia de Keyser Soze porque más bien parece una leyenda urbana o un cuento de terror nocturno para meter miedo a los niños.

Anteriormente en el filme, otro policía, el agente Kujan de inmigración, ha llegado de Nueva York para llevar la investigación de este suceso, y sus motivos no son nada enigmáticos, simplemente sigue la pista de un ex policía corrupto que ha desaparecido y se ha dado por muerto. El otro superviviente de la explosión (antes de que más adelante conozcamos al húngaro) es un tullido maleante llamado Roger ‘Verbal’ Kint. Kujan inicia un incisivo interrogatorio a Verbal para intentar sonsacarle información del paradero del ex policía corrupto al que busca. Así pues, empieza el relato de Verbal sobre lo que ocurrió la noche anterior en el muelle, relato que se nos muestra en imágenes cuando en realidad es un relato oral, un cuento. Y resulta ser un cuento en más de un sentido, porque al final los espectadores evidenciamos que eso que hemos visto es mentira, una impostura que nos hemos tragado al igual que el policía.

Esta propuesta ‘tramposa’ ha originado polémica a la hora de criticar la película, pero creo que es congruente con la forma y el fondo de la obra, por lo que no tengo ningún problema en aceptar la impostura. Keyser engaña a todo el mundo, incluso a nosotros, y construye un puzzle muy ingenioso para conseguir lo que quiere: venganza, dinero y poder; al mismo tiempo que se ríe en la misma cara de sus adversarios al otro lado de la ley. Es una jugada maestra pero que, mirada desde el lado más racional, no es nada razonable. Su enrevesado juego es peligroso y logísticamente poco probable, pero él es una mente brillante, y nos creemos que pueda hacerlo porque es Keyser Soze, un mito del mal, un demonio de larga melena que tiene la voluntad necesaria para conseguir cualquier cosa que se proponga.


Ese tono fantasioso y fabulador queda subrayado también en toda la biografía de Keyser, (ese flashback de la melena al viento entre las llamas es una joya del mejor cine de terror), su origen turco alemán y su lucha contra un clan húngaro, una referencia a la Europa del este nada baladí a mi entender, ya que en la tradición europea, muchos cuentos fantásticos y leyendas mitológicas han tenido en esa parte del continente una fuente muy activa (vampiros, hombres lobos, inventores locos…), no se si esta fama es debida a que era un territorio inhóspito o porque, según nos ha enseñado la Historia, el miedo viene del Este en un nebuloso recuerdo de invasiones pretéritas que todavía forman parte del inconsciente de Occidente (recordemos que Fu-Manchú es chino)

La dualidad entre el realismo de la investigación policial y de las andanzas de los cinco sospechoso habituales, enfrentado al tono legendario, casi fantástico, que impregna la historia de Keyser Soze, es uno de los aciertos que Bryan Singer, director del filme, consigue transmitirnos a partir de un excepcional guión de Christopher McQuarrie.
Hay que destacar también la buenísima banda sonora de John Ottman, colaborador habitual de Singer, que acompaña las imágenes del filme con un 'score' evocador y misterioso.

La parte meramente policiaca y gansteril tiene un tono en la onda de las películas de Quentin Tarantino, en especial Reservoir Dogs, con tipos duros de los bajos fondos que actúan ayudándose de la violencia para intentar salir del embrollo en el que se encuentran. Pero los cinco sospechosos habituales, todos ellos excelentes actores por cierto, son meras marionetas que van cayendo cuando a Keyser se le antoja ir cortando los hilos.

En definitiva, que Keyser Soze se sale con la suya, se carga a sus enemigos, al chivato que lo iba a delatar y se lleva 91 millones de dólares, endilgándole el muerto al ex policía corrupto que parecía estar detrás de todo este asunto. Pero, siempre hay un pero, nadie es perfecto, y el plan maestro ha tenido un pequeño fallo, ha sobrevivido alguien que puede identificar a keyser, por lo que el final no es totalmente triunfal para el villano, la historia no se cierra del todo y continúa en Off. (hay rumores recientes sobre el posible rodaje de una segunda parte; tiemblo de pensar lo que puede salir de ahí si Christopher McQuarrie y Bryan Singer no están al frente del proyecto).

En definitiva, un film excepcional que ha marcado a toda una generación de jóvenes espectadores que cuando vieron la película en 1995 conectaron con este cuento mítico-policiaco, cuyo mayor mérito fue conjugar el bagaje de la tradición oral cuentística (transmitido posteriormente a la cultura popular contemporánea a través de los folletines, los comics y las series de televisión) con el relato policiaco moderno de tono realista y urbano, una mezcla de géneros que descolocó a muchos que siguen militando en la observancia rígida de unas reglas genéricas, pero que a mí me fascinó. Pues eso, que felices sueños esta noche y no seáis malos, porque si no Keyser Soze vendrá y os llevará en un saco.


Edición en DVD

Sospechosos habituales no ha tenido una buena edición en España hasta la fecha, ya que la sacada por Filmax solo contiene un DVD sin imagen anamórfica y con escasos extras en comparación con las ediciones de otras zonas. La resolución de imagen es decente en las escenas diurnas, pero la mayor parte de la película está ambientada a oscuras y en esos momentos se nota un bajón de calidad. En definitiva, que Sospechosos habituales merecería haber sido mejor tratada en DVD en nuestro país, sobre todo teniendo en cuenta las ediciones de dos discos que circulan en otras partes del mundo.

2 de julio de 2005

Cine clásico: Vértigo



Elegir una entre los cientos de miles de películas que se han producido desde que los Lumiere exhibieran su juguetito es un ejercicio divertido pero algo reduccionista. Aún así, casi siempre que me planteo estas cuestiones bizantinas pienso en Vértigo , de Alfred Hitchcock.

Vértigo lo tiene todo: la fotografía, la dirección artística, la sublime música de Bernard Herrmann... Lo primero a destacar es que viéndola no puedes por menos que enamorarte de una ciudad como San Francisco. Fascinante cómo retrata el maestro el Golden Gate, la Legión de honor, las calles empinadas, las iglesias, los restos coloniales...

Los actores está perfectos. James Stewart hace de típico americano taciturno que de repente se enamora, pero luego resulta que no es tan típico y tiene un fondo oscurísimo. Kim Novak, por su parte hace una sutil recreación de dos personajes; bueno, de tres si me apuráis. Una labor titánica de la que sale bien parada.

El argumento es de lo más sencillo y rutinario, pero por debajo de él se intuye una auténtica tragedia llena de miedos, obsesiones, puertas y espejos. Una lucha de poder y amor. De vida, identidad y muerte. De rojo, verde, mar, árboles, cementerios, escaleras, fantasmas, librerias, rosas, campanarios, cuadros, ojos y espirales. Una película romántica pero con rasgos innovadores, yendo más allá del final feliz, mucho más alla. Un raro caso en el que se entrelazan perfectamente clasicismo y modernidad, emoción con intelectualidad; siendo a la vez una historia íntima y personal pero también arquetípica y universal.

Y después de todo esto, de fascinarte primero cuando no sabes nada de ella y la ves siendo un niño. De desentrañar años más tarde su argumento e ir conociendo la obra y el contexto de su autor, después de esto, digo, empiezas a leer estudios en profundidad. Lees los cientos de interpretaciones, simbolismos, mitología, análisis hermeneúticos, literarios, histórico-artísticos... desde todas las perspectivas, desde todos los ángulos. Llegado ese momento, se te va la olla cual Quijote... Es una infinita obra de arte, de la que, no dudéis, escribiré más de una vez en Fábrica de sueños.

La edición española en DVD no debe ser muy difícil de encontrar y no creo que su precio supere los 11 euros. Una compra imprescindible, aunque la edición sea algo polémica debido al formato de pantalla, diferente al de su exhibición cinematográfica original.

1 de julio de 2005

Batman Begins: Batman reinterpretado



Qué mejor para una primera crítica bloguera que esta película sobre los orígenes de Batman, ese icónico justiciero enmascarado salido de los comics y que ya había tenido varias versiones anteriores en la gran pantalla. En 1989 Tim Burton inició una saga cinematográfica sobre el hombre-murciélago que tuvo un éxito atronador, gracias, en parte a una potente campaña de marketing y a la sugerente imagen oscura del personaje.

El Batman de Burton tenía cualidades góticas y surrealistas, una visión deformante de la realidad en la que el rey era el desequilibrado Joker. El mismo Burton firmó una secuela que acentuaba esos derroteros pero luego dejó el barco, subiéndose posteriormente a él Joel Schumacher, que dio a la franquicia un aire tan erótico-festivo y banal que pareció que el grifo de adaptaciones al cine del héroe de DC se cerraría.

Pero hete aquí que en plena década del 2000 la Warner tiene todavía confianza en el potencial mercadotécnico de su franquicia y confía a Christopher Nolan la dirección de una nueva película sobre el personaje. La tarea no era fácil, porque el daño que los filmes de Schumacher habían hecho a la imagen de Batman parecía irreparable, al menos hasta que pasados unas décadas esas secuelas bastardas fueran erradicadas de la psique colectiva. Nolan decidió dejar a un lado las películas anteriores y mostrar a la audiencia una nueva reinterpretación del superhéroe.

¿Cómo y por qué nació Batman? Pues sus orígenes se remontan a 1939. Es importante esta fecha porque marca la perspectiva con la que Nolan y el guionista David Goyer enfocan su acercamiento al hombre murciélago. Los años 30 en EE.UU. fueron especiales porque el país sufría las consecuencias de una fuerte depresión económica y miraba de reojo al auge del fascismo al otro lado del Atlántico. En 1939 la Gran Depresión estaba casi superada pero el aumento de los extremismos era una inquietante sombra sobre el futuro. Y surgieron los justicieros, justicieros de comic-book que arreglaban los problemas por la vía rápida dando una satisfacción vicaria a los adolescentes que devoraban estas publicaciones.

Estamos en plena Era Industrial, el culmen del maquinismo, la producción en cadena, las grandes fábricas de acero, el tren y los rascacielos Art Decó. Batman Begins refleja todo esto como un contexto para entender porqué nace este héroe enmascarado. La película y los posters promocionales están fotografiados con un color marrón terroso que recuerda al oxido del hierro: Metafóricamente, la era industrial ha producido graves problemas a la humanidad, crisis, suciedad y corrupción. Y ante esta situación crítica la solución es alguien que imparta justicia sin compasión desde las alturas: Batman.

Bruce Wayne es un hijo de esta era industrial, ya que su padre es una acaudalado empresario capitalista que domina gran parte de los los negocios de Gotham. Pero es la versión positiva de la burguesía capitalista, un hombre responsable que intenta ayudar a su comunidad con proyectos como el del tren elevado, reflejo del ‘New Deal’ Rooseveltiano ante la Gran Depresión. La muerte de este ideal en un sórdido callejón en la trasera de la Ópera de Gotham planta la semilla de la implacable justicia oscura del héroe de la función, y ofrece el tono de nostalgia del lado luminoso de la era industrial que tiene la obra.

Christian Bale es el protagonista absoluto de este largometraje (a pesar de los excelentes y conocidos actores de los que se rodea) e interpreta a un Bruce Wayne lleno de inteligencia y carisma, con una ira interior a la que solo sabe dar salida cuando se disfraza de murciélago. Su interpretación es sobria, seria, alejada de ironías autoconscientes postmodernas. La corrupción de Gotham, la degeneración, la desidia, el arrinconamiento de las personas con principios por mantener sus ideales (los personajes interpretados por Morgan Freeman y Gary Oldman) son problemas serios. Algunos se echarán atrás al ver que ante estos temas de gran calado la solución sea que alguien se vista de murciélago y luche contra los malos con gadgets tecnológicos variopintos, pero no creo que esta visión este correctamente enfocada, ya que la metáfora funciona dentro del contexto en el que nace: la cultura popular, el comic industrial y los héroes pulp.

El caso es que el enfoque realista del film (alejado del subjetivismo kafkiano de Burton y el barroquismo postmoderno de Schumacher), aplicado a este contexto superheroico juvenil desde donde nace el personaje, era el mayor reto al que se enfrentaba el director de esta película. Y a fe mía que Nolan lo supera. Se aprecia el choque de voluntades de los personajes, la lucha de poder; el enfrentamiento entre Batman y los tres villanos de la función lo refleja. Los tres representan diferentes niveles de problemas a los que se enfrenta Batman: Falcone es el gángster de los bajos fondos, el reflejo realista y terrenal de un ‘malo’. El espantapájaros es el villano típicamente superheroico, el carismático ‘malo de la semana’ que ofrece entretenidos fuegos artificiales que hacen las delicias de los adolescentes lectores de comics. Y Ra's Al Ghul, es la némesis mítica, parte fundamental en el origen del mito del héroe. Batman lucha con ferocidad contra ellos, los odia tanto como ellos a él.

Pero Bruce/Batman es tan cercano a sus enemigos en su dualidad esquizofrénica que la sutilidad de los grises entre buenos y malos hace su aparición cuando Batman rescata a su pareja y la traslada a su guarida. Esa espectacular persecución por la autopista nos hace ver que Batman no es tan altruista como parece que los ideales heredados de su padre nos pueda hacer pensar. Batman destroza mobiliario urbano y pone en peligro la seguridad de los ciudadanos para salvar a su pareja romántica. Algo egoísta sí que es, aunque su acción pueda ser de algún modo justificable (si, como parece probable, la secuela de Batman Begins se lleva a cabo, la posible presencia del Joker podría ofrecernos una interesante evolución en la percepción de Batman como un héroe con más parte de villano de lo que a él le gustaría reconocer, un enfoque que se da en algunos de los mejores comics que se han escrito sobre él. Crucemos los dedos).

En definitiva, Christopher Nolan nos ofrece con esta película una potente reinterpretación del mito de Batman, desde un enfoque formal realista pero sin salirse del contexto del género superheroico; con buenas interpretaciones, buen diseño de producción y un guión denso pero ágil. Muy recomendable.

Alpha


   Este blog nace con el propósito de ofrecer una visión personal sobre el mundo del cine y el DVD. Existen muchas páginas web, blogs, foros... donde encontrar información sobre este maravilloso mundo pero espero que este rincón cinéfilo aporte una perspectiva diferente, alejada de convencionalismos y reseñas 'cut & paste'.

   Espero que os guste. Sentaros en la butaca que va a empezar la proyección.